Es recomendable usar muletas más allá del tiempo de recuperación

La rehabilitación después de una lesión, ya sea una fractura, una cirugía o un problema neurológico, a menudo se centra en la idea de recuperar la movilidad y volver a caminar sin ayuda. Generalmente, se asume que el uso de muletas o bastones es solo temporal, reservado para las primeras etapas del proceso. Sin embargo, investigaciones recientes y la experiencia clínica sugieren que, para muchos pacientes, continuar utilizando muletas o bastones incluso después de haber superado la fase inicial de recuperación puede ser beneficioso y llevar a resultados a largo plazo más positivos. Este artículo explora la importancia de considerar el uso prolongado de estos dispositivos de apoyo.
El uso de muletas o bastones no solo proporciona apoyo físico y reduce la presión sobre la zona lesionada, sino que también modifica la forma en que el paciente camina. Esta alteración de la marcha puede influir en la activación muscular, la postura y la propiocepción – la conciencia del cuerpo en el espacio. Ignorar estos efectos potenciales y retirar las muletas demasiado pronto puede significar que el paciente desarrolle patrones de marcha subóptimos que, a largo plazo, podrían provocar dolores crónicos, inestabilidad y problemas de equilibrio.
Beneficios Físicos del Uso Prolongado
El uso continuo de una muleta, especialmente al principio, puede ser fundamental para la recuperación muscular. Cuando se elimina el soporte de la muleta, los músculos que antes se debilitaron por la inmovilización se re-activan. Estos músculos, como los de la pierna lesionada, el core y la pelvis, necesitan tiempo para readaptarse a la carga y la demanda de movimiento. La muleta limita la cantidad de peso que se puede transferir a la pierna afectada, protegiéndola de una sobrecarga que podría retrasar la recuperación o incluso provocar nuevas lesiones.
Además, la muleta obliga a un patrón de marcha diferente, forzando al paciente a utilizar los músculos de las piernas de una forma más eficiente. Al aprender a distribuir el peso de manera equilibrada y a utilizar los músculos estabilizadores, el paciente fortalece sus capacidades motoras y mejora su control postural. En algunos casos, la muleta puede incluso ayudar a prevenir la deformidad en la pierna lesionada, especialmente en lesiones de tobillo o pie.
Es importante destacar que el tipo de muleta y su ajuste son cruciales para obtener estos beneficios. Un terapeuta físico puede evaluar la marcha del paciente y recomendar la muleta adecuada y su configuración óptima para maximizar la efectividad.
Mejora de la Postura y el Equilibrio
El uso prolongado de una muleta afecta significativamente la postura, ayudando al paciente a corregir desequilibrios posturales preexistentes. Al tener que mantener el equilibrio mientras se mueve con la ayuda de una muleta, se fortalece la musculatura del core y la espalda, previniendo así la lordosis, la cifosis o la escoliosis. Esta mejora postural no solo contribuye a una apariencia más saludable, sino que también reduce el riesgo de dolor de espalda y problemas relacionados.
La muleta también contribuye a la mejora del equilibrio al alterar la base de apoyo y la carga sobre cada pierna. Esto obliga al paciente a ajustar continuamente su centro de gravedad, fortaleciendo los músculos responsables de mantener la estabilidad. La práctica repetida de caminar con la muleta ayuda al paciente a desarrollar una mayor conciencia espacial y a anticipar los posibles desequilibrios, reduciendo así el riesgo de caídas.
El entrenamiento con distracciones durante el uso de la muleta, como el uso de zapatillas con una superficie irregular o el caminar en superficies inclinadas, puede ser especialmente beneficioso para mejorar el equilibrio, ya que obliga al paciente a trabajar más duro para mantener la estabilidad.
Factores a Considerar para la Continuación del Uso

La decisión de continuar utilizando muletas o bastones después del tiempo de recuperación inicial debe ser individualizada, considerando factores como la naturaleza y la gravedad de la lesión, la edad del paciente, su nivel de actividad y su estado funcional general. No todos los pacientes se benefician del uso prolongado, y es importante evaluar cuidadosamente los riesgos y beneficios en cada caso.
Además de la lesión, también es crucial considerar la condición del paciente. Pacientes con problemas de equilibrio preexistentes o con una movilidad limitada pueden beneficiarse aún más del uso de una muleta para mantener la estabilidad y la seguridad. También es importante evaluar la adherencia del paciente al uso correcto de la muleta, ya que un uso incorrecto puede ser contraproducente y dificultar la recuperación.
Es vital la colaboración entre el paciente, el terapeuta físico y, si es necesario, el médico. Un plan de rehabilitación integral debe incluir una evaluación exhaustiva, un programa de ejercicios personalizado y una educación adecuada sobre el uso correcto de la muleta.
Adaptación y Superación
El objetivo final no es simplemente usar la muleta por el mayor tiempo posible, sino que se busca la adaptación del paciente a una nueva forma de caminar y a un nuevo patrón de movimiento. A medida que la fuerza y la estabilidad muscular mejoran, se puede reducir gradualmente el tiempo de uso de la muleta, siempre bajo la supervisión de un profesional de la salud.
El uso prolongado de la muleta puede conducir a una mayor confianza en el paciente, permitiéndole recuperar su independencia y participar en actividades que antes eran imposibles. Con el tiempo y la práctica, el paciente puede aprender a caminar con una marcha más natural y eficiente, minimizando la dependencia de la muleta. La clave reside en la paciencia, la perseverancia y el apoyo del equipo de rehabilitación.
Conclusión
La percepción tradicional de que las muletas y los bastones son exclusivamente herramientas para las primeras fases de la rehabilitación está evolucionando. Evidencia científica y experiencia clínica demuestran que continuar utilizándolos, incluso después de haber superado la fase inicial de recuperación, puede ofrecer beneficios significativos en términos de fuerza muscular, postura, equilibrio y confianza del paciente. Es esencial un enfoque individualizado, considerando las necesidades específicas de cada paciente y fomentando la colaboración entre todos los miembros del equipo de salud.
En definitiva, el uso prolongado de muletas o bastones, cuando se implementa correctamente, puede ser una herramienta poderosa para optimizar la recuperación, prevenir complicaciones a largo plazo y mejorar la calidad de vida del paciente, permitiéndole volver a disfrutar de una movilidad funcional y segura.
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